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Recubrimientos que resisten el hielo

Uno de los mayores desafíos que enfrentan las empresas en climas fríos es el deterioro acelerado de materiales debido a la contracción y expansión térmica. Las superficies metálicas, por ejemplo, pueden presentar fisuras si no cuentan con una capa protectora que acompañe esos movimientos sin perder adherencia. Para estas situaciones, se desarrollan pinturas elastoméricas o poliuretánicas de alta resistencia, que conservan su flexibilidad incluso a temperaturas inferiores a los -20 °C. Estas soluciones no solo protegen contra el clima, sino también contra agentes químicos y abrasivos presentes en muchos entornos industriales.

El hielo y la humedad permanente también representan una amenaza para estructuras de concreto o acero, como puentes, depósitos, tanques o plantas de procesamiento. En estos casos, es clave utilizar recubrimientos impermeables con alta adherencia en ambientes húmedos. Los epóxicos bicomponentes, aplicados con imprimantes específicos para climas fríos, son una de las alternativas más confiables. Estos productos forman una barrera continua que evita la filtración de agua y la formación de óxido, uno de los principales enemigos de la infraestructura metálica en zonas heladas.

Además de la protección estructural, muchas instalaciones industriales requieren pinturas con propiedades específicas según su rubro. En industrias alimentarias o farmacéuticas ubicadas en regiones frías, se exigen recubrimientos antibacterianos que además soporten ciclos de congelamiento sin degradarse. En el sector del petróleo o el gas, donde la actividad en zonas árticas es común, se usan formulaciones especiales resistentes al fuego, al agua salada y a las temperaturas extremas. Cada necesidad particular exige una respuesta técnica adecuada, y los avances en química de materiales han permitido adaptar los productos a contextos cada vez más exigentes.

El proceso de aplicación en sí también cambia cuando el clima no acompaña. Muchos productos industriales tradicionales no secan correctamente por debajo de los 5 °C. Por eso, los laboratorios han desarrollado pinturas con catalizadores que aceleran el curado en frío o que pueden aplicarse sobre superficies con cierta humedad sin perder eficacia. Esto permite continuar con tareas de mantenimiento o montaje aún durante el invierno sin comprometer los resultados. De todos modos, la preparación de superficie cobra más importancia en estos casos, ya que el hielo o la condensación pueden interferir en la adherencia si no se remueven adecuadamente.

La señalización industrial también es un aspecto a considerar. En ambientes nevados o con poca visibilidad, los recubrimientos reflectivos o fotoluminiscentes cobran relevancia. Desde marcas en pisos de fábricas hasta señales de seguridad en exteriores, la pintura se convierte en un recurso indispensable para garantizar la operación segura en contextos hostiles.

Por último, el almacenamiento de los productos también debe ser adaptado a estas condiciones. Las pinturas industriales no deben congelarse, ya que perderían sus propiedades técnicas. Por eso, es fundamental que las empresas cuenten con lugares calefaccionados o con temperatura controlada para conservar los productos antes de ser utilizados. Algunas marcas ya ofrecen envases con mayor resistencia térmica o kits de aplicación especialmente diseñados para entornos extremos.

Invertir en recubrimientos preparados para el frío no es solo una cuestión técnica, sino también económica y operativa.